Por Eladio Mases
El Equipo de los Sueños ya se había consagrado campeón del Metropolitano de 1973, tras 45 años de espera (desde aquella gloriosa conquista de 1928, la que nos había convertido en los más campeones de los años 20). Huracán había sido el mejor, había escuchado ovaciones en casi todas las canchas, había dado la Vuelta Olímpica frente a Gimnasia La Plata, en el Ducó. Y faltaba un detalle que quería el destino: la celebración en el Gasómetro. El clásico debía jugarse a la semana siguiente en el desaparecido estadio de Boedo, en la Avenida La Plata. El mismo escenario en el que Huracán ya había dado tres Vueltas Olímpicas en Copas Nacionales Oficiales de AFA: la Copa Consuelo Beccar Varela (de 1933), la Copa Adrián Escobar (de 1943, contra ) y la Copa Competencia Británica (de 1944, tras un memorable 4-2 a Boca en la final), tradicionales competiciones de las dos primeras décadas del Profesionalismo. Los hinchas y los dirigentes de San Lorenzo no querían festejos ajenos en su casa. Y actuaron en consecuencia. Rompieron el césped, sacaron un arco, mataron su localía. En Parque de los Patricios se lo conoce como "El Abandono del 73".
En el sitio oficial de la Subcomisión del Hincha de San Lorenzo se cuentan aquellos hechos en detalle: "El Domingo 6 de Agosto San Lorenzo recibió a Boca en el Gasómetro por la vigésima quinta fecha del Metropolitano bajo el arbitraje de Luís Pestarino, el partido terminó en derrota 3 a 2, pero la extrañeza general fue la reacción de la hinchada del Ciclón arrojando piedras y botellas contra el arquero de Boca Vidallé (durante 10 minutos en pleno desarrollo del encuentro estuvo suspendido el partido) sin que mediara jugada polémica alguna, el trasfondo era que ya Huracán se perfilaba para ganar el Metropolitano y en ocho fechas debía llegar a Avenida La Plata con posibilidad de dar la vuelta olímpica en Boedo, la idea era provocar la suspensión del Gasómetro, como finalmente sucedió, con Colón y Velez se debió jugar en Atlanta de Local y ante Huracán cuando vencía la suspensión se jugó en cancha de Velez.
Ante la duda de la A.F.A de hacer jugar el clásico en el Gasómetro, en la semana la hinchada azulgrana levantó el césped en los bordes del campo de juego y hasta desapareció un arco.
La conclusión fue que se decidió que el partido se jugara en Liniers en horario nocturno el viernes 21 de Septiembre, dos días antes de las Elecciones Nacionales Presidenciales de 1973".
En la previa al clásico, sucedió el siguiente ida y vuelta de un periodista del diario La Razòn con el entonces presidente de San Lorenzo, Osvaldo Valiño. "¿Como es eso que usted no quería que Huracán diera la vuelta olímpica en el Gasómetro?", le preguntaron. Y el hombre respondió: "Simplemente no quería que los de Huracán después de perder con nosotros, se quedaran dos días adentro del estadio festejando".
Se llama confesión de parte.
No más preguntas, Señor Juez.