Por Cristian Colo*
Ya no tengo dudas. Que San Lorenzo consiga volver a Boedo por medio de ese proyecto de ley que ya está presentado en la Legislatura me caería bien, simpático. Para que te voy a mentir, Quemero, llegué a esa conclusión.
No hay caso. No lo pude vivir y creo, por como viene la mano, que
tampoco voy a poder saber de qué se trataba. Tuve que conformarme con esta
historia contemporánea que le toca vivir al clásico por ese abandono.
Se Juntaban grupos grandes (téngase en cuenta que hablo por terceros,
porque jamás lo viví) de amigos, vecinos y familiares, con los colores
entremezclados y todos juntos salían para el Wembley porteño. Entre
risas y bromas –no pasaba de eso, total más tarde se volvían a
encontrar- se despedían para unos entrar por Inclan y otros por Las
Casas.
Hoy todo cambió. Es cierto que me invade la nostalgia. ¿Y qué? ¿No lo
puedo reconocer? Cómo no voy a querer que ese proyecto de ley que
presentaron legisladores de Proyecto Sur con un grupo de hinchas cuervos
no se convierta en ley. Si una huida del barrio, un abandono, está erosionando y devaluando este clásico barrial.
Y vos, Quemero, lo sabés bien. O acaso Boedo no está colmado de
hinchas que llevan el Globo en el pecho. Ese barrio de casas bajas y
empedrado caminado por Homero Manzi (otro de nuestro bando) sólo tiene
luz cuando Huracán es local. Y vos, Quemero, lo ves a diario, sabés que
lo que digo no es chamuyo. Ves los pantalones rojos en San Juan y Boedo,
por Sánchez de Loria, en la pizzería San Antonio. El desarraigo hizo que nos expandiéramos hacia una zona que no creíamos que podíamos habitar.
Y sí, que te voy a decir, me gustaría que volvieran.
*Texto publicado en Soy Quemero.