Matías De Federico tiene 20 años recién cumplidos. Y ya sabe lo que es atravesar los días duros de la B Nacional con Huracán. Ahora, con Angel Cappa como principal impulsor, está afrontando su primer torneo como titular en la máxima categoría. Y en tres partidos lleva convertidos tres goles (uno a Vélez, en la última fecha del Apertura; y dos a Racing, ayer, en la segunda fecha del Clausura).
Matías representa la irreverencia volcada al campo de juego; una osadía sin posición fija. Se formó en mañanas, tardes y noches de La Quemita. Y eso es, sobre todas las cosas, un mensaje para estos tiempos en los que en el club las inferiores son consideradas un gasto y no una insoslayable inversión. Duele, además, que ya se haya vendido la mitad de su pase a precio de saldo ante el oportunismo de un empresario y alguna urgencia. Porque con un par de De Federicos en este nivel el horizonte económico ya no tendría la misma cara de preocupación. Es más: podríamos disfrutar muchos goles como el primero de los cuatro ante Racing (ver video).
Está claro que él, Matías, debería ser el principio de un camino. Un espejo para mirar hacia dónde hay que mirar.
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