El festejo de César González, tras su segundo gol consecutivo. Foto: Patria Quemera.
César González es, hasta el momento, el mejor de los refuerzos que incorporó Huracán. Porque llegó con una suerte de fama de futbolista licencioso, despojado de sacrificio y ahora aparece siempre en los momentos bravos. Porque resulta decisivo en las jugadas con pelota detenida. Porque es casi el único que ofrece la sensación de que está capacitado para desequilibrar por sí solo (ocasionalmente también lo consigue Ariel Colzera). Porque en estos días traumáticos está ganándose el afecto del público quemero. Es (junto a Paolo Goltz) el rostro de este Huracán del Centenario. Y eso, por supuesto, tiene un significado relevante, el de un detalle histórico.
Un minuto del segundo tiempo. En el Diego Maradona, Newell's ganaba 1-0 gracias a un gol de Rolando Schiavi. Tiro libre para un Huracán que escuchaba silbidos y rechazos. Se hace cargo el Maestrico, jugador del seleccionado de Venezuela. Tiro fortísimo. Golazo imposible. No fue un grito más: puede ser un principio.