Gracias siempre, Wancho. Querido Ramón Abila. Porque tanto tuviste que ver con los días más felices de las últimas cuatro décadas. Porque dos de las Estrellas que rodean al Globo de Newbery tienen un impronta. Porque son el que más goles y más disfonías ofreció en los 40 años más recientes de nuestra historia.
Pero no todo es pasado: de tu astucia nació la asistencia para el gol de Eric Ramírez y la clasificación en la Copa Argentina frente a San Martín de Formosa. Para seguir, para ir por más. Como siempre: por todo.
Jugaste un puñado de minutos (apenas cinco en total en los dos partidos que te tocó ingresar en el Apertura), pero se te ve metido como en los mejores días. Demostrando que los emblemas son imperecederos. Como el día del triunfazo en El Clásico de Barrio más Grande del Mundo. Cuando entraste en final para aguantarla. E hiciste mucho más que eso. Competiste como se compite en esos partidos. Festejaste el segundo como si fuera la final de la Copa del Mundo. Le pusiste las mejores y las más pícaras palabras a esa victoria...
Calma, Wancho. Todos sabemos que estás esperando tu gran chance. Y acordate que llegará. Después de la Fecha FIFA de marzo se vienen ocho partidos en menos de un mes (con al menos tres viajes incluidos; de acuerdo con lo que suceda en el sorteo del la Sudamericana). Y entonces ahí vas a estar vos, de nuevo. Entero, gladiador, bravo. Para que gritemos juntos lo que mejor sabés compartir: goles.