viernes, febrero 07, 2014
El Clásico, ese Patrimonio
San Lorenzo y Huracán, protagonistas del llamado Clásico de Barrio más grande del mundo, realizaron una presentación conjunta ante la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en nombre de que el emblemático duelo entre ambos sea reconocido como Patrimonio Histórico y Cultural. Los impulsores del proyecto son el dirigente del club de Boedo, César Francis, y el ex presidente del club de Parque de los Patricios, Néstor Vicente.
En la presentación ante las autoridades explican entre los motivos: "No hay duda sobre la identificación con la ciudad que tienen ambas instituciones. Representan realidades barriales que han sabido confundir sus fronteras y también extenderlas pero que nunca dejaron de estar entrañablemente afincados en Boedo y Parque de los Patricios. Ambas instituciones tienen lazos profundos con la cultura y la música de la ciudad y su rivalidad nació de esa actitud picante y sana con que el porteño vive los avatares de las patrias futbolísticas que los definen. San Lorenzo y Huracán, Huracán y San Lorenzo, son sinónimo de clásico, representan con sus centenarias historias, ribetes de porteñidad indiscutibles, más allá que sus simpatizantes alberguen en la totalidad del territorio nacional".
Y agregan: "El clásico de San Lorenzo y Huracán tiene una riquísima historia que se desarrolla en el campo de juego pero cobra vida en la mesa familiar o en el bar de la esquina. En última instancia somos "primos" y por paradoja porteña Homero Manzi, hincha de Huracán, le pone nombre a la esquina de San Juan y Boedo, corazón ciudadano pintado de azulgrana".
Aunque en el inminente torneo Final de Primera no habrá encuentro entre ambos, hay una historia construida desde aquella primera década del Siglo XX. Este duelo fue un paradigma del fútbol como espacio de pertenencia: el clásico entre San Lorenzo y Huracán resultó siempre una fiesta de personajes irrepetibles, de cracks repartidos, con el tango como inevitable música de fondo. Lo saben quienes caminaron sus calles: allí, en esa geografía, sucedió la Navidad del Tango; también en sus espacios secretos nacieron las mejores letras.
Desde el primer encuentro, en 1915, se trató de una cita armónica en tiempos en los que la cuestión de pertenencia geográfica delimitaba también pasiones. El Santo y El Globo. Los de Boedo y los de Parque de los Patricios. Los Cuervos y los Quemeros. Apodos entre primero, en definitiva. Nacieron vecinos, allá en 1908. Barrios bravos, de laburantes, de empedrados nacientes, de construcciones módicas, de almacenes que todavía fiaban, de bares que cobijaban desencantos. Se criaron y crecieron como tales, bien cerca, con historias entrecruzadas, con el encanto de la rivalidad sin enemigos. Los penosos enfrentamientos entre barras nacieron luego, mucho más tarde, ya en los noventa. Pero ni asì pudieron contra la mágica esencia.
La Avenida La Plata fue territorio de estadios emblemáticos de ambos. La distancia no excedía el puñado de cuadras, las fronteras se recorrían caminando sin miedos y sin desprecios. Se miraron siempre de reojo, pero sin rencores ni amenazas. Como primos, casi como hermanos en disputa sana. San Lorenzo le lleva ventaja amplia en el historial y la AFA dice que en su territorio oficial le lleva cómoda ventaja: 16 títulos contra 11, incluyendo Copas Nacionales. Los de Huracán -sin comprobación- sostienen que son más leales y que nunca se fueron del barrio. Es un caso de asombro: en el fondo se quieren, aunque elijan siempre la derrota ajena. Detalles mágicos de la Ciudad de Buenos Aires, esa de la que ya son Patrimonio Histórico.
Texto publicado en Clarin.com