La esencia Quemera en su estado más puro. Un recorrido por el pasado de Huracán, un retrato de su presente, una mirada para ofrecer caminos. Desde 2006, un espacio de pertenencia de nuestro Globo entrañable.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 16: Godoy Cruz 1 - Huracán 1, en el Malvinas Argentinas, de Mendoza.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 17: Huracán 3 - Sarmiento 1, en El Palacio.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 18: Unión 0 - Huracán 1 - Lanús 0, en Santa Fe.
Copa Argentina - Semifinales: Huracán 1 - Central Córdoba de Santiago del Estero 2, en San Nicolás.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 19: Huracán 0 - Central Córdoba de Santiago del Estero 0, en El Palacio.
Octubre, mes de la Navidad del Fútbol (este 30/10 del Diego), fue un mes de vaivenes. Ya está. Ya pasó. Perdimos en la Copa Argentina, ese objetivo que parecía tan al alcance de la gloria y se nos deshizo en una actuación impropia de este equipo guerrero y amigo de los entusiasmos de su gente.
Pero ya está. Esto sigue.
1) Se viene noviembre. Estamos a tres del puntero Vélez (rival en la última fecha, además), cinco puntos adentro de la Sudamericana y a tres de la Libertadores. Quedan 24 puntos por disputar.
2) Los números nos acompañan; también cierto freno en la marcha del líder (sumó cinco de los últimos 12 posibles).
3) Tenemos la defensa menos vencida de la Liga y del año. Hernán Galíndez, nuestro capitán, es el arquero con más vallas invictas del fútbol argentino en 2024. De los 31 partidos que lleva con el Globo de Newbery en 16 no le convirtieron.
4) Nos falta gol, más allá de los números (20 tantos en 19 fechas). Es imprescindible resolverlo en lo que queda.
5) Nos falta juego, más allá de algunos tramos para el aplauso falta volumen y continuidad. Hay que crecer en este aspecto.
6) La gente está, más allá de ciertas ansiedades tan entendibles como nocivas en estas circunstancias. El Palacio tiene que ser una fiesta y una garantía de victoria. Recibiremos a Gimnasia, Independiente, Boca y Platense.
7) De visitante habrá que demostrar que ya no importa la condición ni la circunstancia. Hay que salir con la convicción de la victoria. Al margen de los nombres y de las jerarquías de los rivales. Viajamos a Rosario (para enfrentar a Newell's), a Tucumán (contra Altético) y a Córdoba (contra Talleres, tercero, a tres puntos de nosotros). Y, como cierre, Vélez. Como en 2009. Como para que la frase del César -que le pone su nombre y su apellido a esta Liga- se transforme en preciosa realidad: "El tiempo pone las cosas en su lugar.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 15: Huracán 3 - Lanús 0, en El Palacio.
A la victoria imprescindible ante Talleres de Remedios de Escalada, por la Copa Argentina, se le sumó otro triunfo necesario para reafirmar o para retomar la condición de candidato. Nada menos.
Y se consiguió abrazado a varias señales positivas:
1) Tras dos derrotas por la Liga (luego de 18 partidos sin perder, con apenas cinco goles en contra) y dos partidos sin convertir, Huracán no sólo volvió a ganar sino que marcó tres tantos por segunda vez en la Liga (la anterior, 3-1 a Defensa en el debut) y por tercera vez en el año (la primera, el 4-0 a Atlético Tucumán por la Copa de la Liga). No es poco.
2) El 5-3-2 le permitió otra flexibilidad al equipo y otro tipo de variantes. Mazzanti más adelantado, los laterales (De la Fuente y Benítez) apareciendo como extremos, tres volantes con capacidad de pase y de llegada (Echeverría, Alan Soñora y Willy Alarcón), más juego áreo...
3) Hubo juego asociado y hubo equilibrio.
4) Se golpeó primero. Aspecto clave en la campaña de Huracán. En este tercer ciclo de Kudelka, Huracán marcó primero en 13 ocasiones y nunca le dieron vuelta el partido: ganó 10 (nueve con el arco en cero) y empató tres (todos 1-1, con Banfield y dos con Argentinos, uno de los cuales terminó en victoria por penales en la Copa Argentina). En suma: 33 puntos de 39 posibles. Cuando le marcaron primero sacó dos puntos de 12. Detalle decisivo.
5) Eric Ramírez, con dos goles en dos partidos de resurrección, se ganó un puesto que parecía vacante. En lo próxima será el socio de Mazzanti en el ataque.
Copa Argentina - Cuartos de Final: Huracán 1 - Talleres de Remedios de Escalada 0, en el Ricardo Bochini, de Avellaneda.
Había que pasar. Se pasó.
Había que ganar. Se ganó.
Había que mejorar. Se mejoró.
Había que jugar bien. Se consiguió de a ratos.
En cualquier caso, un saldo favorable, una victoria clave. Y sobre todo, un entusiamo que crece: Huracán se clasificó a las semifinales de la Copa Argentina, en donde enfrentará a Central Córdoba de Santiago del Estero.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 11: Huracán 1 - Belgrano 0.
Otro paso. A nuestro modo. Con lo justo, pero con justicia.
Los datos son notables:
1) Ya son 17 partidos sin perder considerando la doble competencia,
2) Recibimos apenas cinco goles en ese recorrido. Sí, 12 vallas invictas.
3) Somos únicos punteros por sexta fecha consecutiva. Y estuvimos en el escalón más alto (sin considerar la diferencia de goles) en 10 de las 11 fechas disputadas. Se hizo costumbre. Sana costumbre.
4) En el Palacio no perdimos en todo el 2024. Sólo 3 equipos de los 66 de las dos principales categorías mantienen su invicto en casa: Huracán, Boca y San Miguel, sorpresa del Nacional.
5) No perdimos contra ninguno de los otros grandes.
6) El Capitán Galíndez tiene el mejor registro defensivo de la Liga y de la temporada.
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Ahora, sólo falta una cosa: que aparezcan los goles que van apareciendo de a poco. El regreso de Wanhope puede ser fundamental.
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Quedan dos partidos para llegar al receso por las Eliminatorias para el Mundial 2026: Argentinos, en el Diego Maradona; y Tigre, en el Palacio.
Habrá que seguir ofreciendo lo de siempre y procurar agregarle un dosis mayor de gol en los momentos favorables. Para que la cima siga siendo nuestro lugar...
Copa Argentina, Octavos de final: Huracán 1 (5) - Argentinos 1 (4), en el Ricardo Bochini.
Ya pasó otra ronda. Otra vez con solidez, otra vez con los penales y las voladas del Mono Meza. Primero, con el gol de Wancho, en su vuelta a la titularidad.
Estamos en cuartos, en el Top 8, tras los pasos de la Estrella 14, tras nuestra novena Copa Nacional (para alcanzar a Independiente como los quintos en la tabla histórica). El rival será Talleres de Remedios de Escalada, gran revalación de esta Copa.
Habrá que jugar como siempre en el ciclo de FDK: con autoridad, con intensidad, sin regalar nada porque no nos sobra nada.
Rodrigo Echeverría, uno de las grandes figuras del líder, y su golazo de cabeza en el Monumental. Derecho a la tapa de Olé. Y al corazón y a la gargante de todos los Quemeros.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 10: River 1 - Huracán 1.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 9: Huracán 0 - Racing 0.
Huracán sigue su marcha. A paso firme. Lo dicen los números, su actitud y también su juego, incluso aunque le esté faltando gol.
Sobran detalles para contar la solidez del líder:
1) Lleva 15 partidos sin derrotas. Recibió apenas cuatro goles. Terminó con el arco en cero en once partidos. Incluyendo la Liga y la Copa Argentina.
2) Tiene el mejor registro defensivo de la temporada (con apenas 15 tantos en contra) y el récord de vallas invictas.
3) No perdió contra ninguno de los otros grandes.
4) De local, mantiene el estadio invicto en lo que va del año.
5) Se sostiene en la punta (solo como ahora o acompañado) desde el inicio del torneo.
6) Los rendimientos individuales están en alza. Queda la sensación de que FDK encontró el equipo: por tercera fecha consecutiva fueron titulares los mismos once.
7) El Capitán Galíndez es, a esta altura, el mejor arquero de la competición. Los datos y sus siempre decisivas "atajadas mundialistas" dan cuenta de ello.
7 bis) Con los dos chilenos, Eche y Willy, conforman el grupo de Los Internacionales, una columna central notable.
8) A ellos su suman, el muy valioso ingreso de Fattori y el crecimiento de los centrales más la solvencia de los laterales.
9) De todos modos es cierto, a Huracán le falta gol (lleva 11 en 10 fechas) y no cuenta con un nueve confiable, al menos hasta que veamos "el regreso" de Wanchope. Mazza, en ese contexto, queda allí arriba como superhéroe. Desde el reinicio del torneo Huracán convirtió tres goles en cinco encuentros: además de la joya de tiro libre y el Topo Gigio posterior de Willy en El Clásico de Barrio más grande del Mundo, Mazza convirtió en Rosario y asistió a Eche en el Monumental.
10) Ahora viene la Copa Argentina, contra Argentinos en la cancha de Independiente. Es un objetivo central, casi una obsesión. Tenemos con qué. Hay que demostrarlo.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 8: Rosario Central 0 - Huracán 1.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 7: Huracán 0 - Estudiantes 0.
Ttriunfo justo y ajustado que dejó varias certezas y alguna repetida duda.
1) La solidez del equipo la cuentan los números (lleva 13 partidos sin derrotas, recibió apenas tres goles y tuvo 10 vallas invictas) y también el campo de juego. Desde Galíndez -a esta altura el mejor arquero de las competiciones de la AFA- y con el rendimiento parejo de todo el colectivo en cuanto a los movimientos defensivos, Huracán se volvió un equipo muy difícil de vulnerar.
2) Mazzanti es el mejor jugador que tenemos en versión ofensiva. No sólo por el gol de la victoria en Arroyito, también por su potencia, su velocidad y su capacidad de desequilibrio aún en desventaja.
3) La confianza crece. La palabra "campeón" es una osadía, pero ya dejó de incomodar.
4) Enfrentamos, en la semana, a dos equipos de los difíciles. Estudiantes, que casi no pudo patear al arco en el Palacio, el domingo siguiente venció a Gimnasia, en el clásico de La Plata por 4-1. Central, por la Sudamericana, venía de clasificarse en Porto Alegre ante Internacional (igualó 1-1; 2-1 en el global) y antes, por la Liga, había vencido a Sarmiento por 4-2 en Rosario. El problema para ellos tuvo siete letras: Huracán.
5) Nos falta un goleador. La salida de Pussetto es una pérdida pesada. Habrá que esperar la mejor versión de Wancho. Con él óptimo, podemos pelear sin dudas. Seba Ramítez y Garate no están a la altura del escenario pretendido: pelear en la Liga y en la Copa Argentina (estamos a cuatro partidos de ganar nuesta novena Copa Nacional y alcanzar a Independiente en el cuarto lugar de una historia nacida en 1900).
6) Se percibe un clima de grupo armónico. También lo cuentan quienes están cerca del plantel y los propios jugadores y cuerpo técnico. Parece un detalle. Es decisivo.
7) Ahora viene Racng, en el Palacio (invicto en 2024 y con el mejor registro defensivo de la AFA). Partido clave. Esencial para demostrar para qué estamos.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 6: San Lorenzo 1 - Huracán 1.
Sumamos un punto valioso; dejamos pasar una chance inmejorable.
En cualquier caso, por varias razones, este empate en el Nuevo Gasómetro (al que el folclore tribunero cita como "Prefabricada" o "Basural") dejó sensaciones y sobre todo números agradables:
1) Huracán (al menos hasta que mañana jueguen Unión -contra Estudiantes, en La Plata- y Talleres -frente a Vélez, en Liniers-) es el único puntero al cabo de este 1-1 arduo, justo, que pudo ser victoria en los pies de Wanchpe o en la cabeza de Eric Ramírez; y que no fue derrota gracias a una atajada colosal del Capitán Galíndez.
2) San Lorenzo apenas nos ganó un clásico de los últimos 13. Esta vez, a diferencia de los empates más recientes, no festejaron. Un poco de decoro, al menos.
3) Quedaron a 12 puntos del Huracán puntero.
4) Huracán lleva 11 partidos sin perder entre las dos competiciones: seis victorias y cinco empates (dos fueron luego triunfo por penales en la Copa Argentina), con apenas tres goles recibidos y ocho vallas invictas.
5) Porque el golazo de Willy Alarcón, además de ser propio del manual del tiro libre perfecto, quedará para siempre en el recuerdo. También su festejo de Topo Gigio ante la popular de San Lorenzo. Lo acompañó en esa osadía el otro chileno, el siempre relevante Rodrigo Echeverría.
6) Dicen que no les ganamos en el Nuevo Gasómetro desde 2001. Y eso cierto. Pero desde entonces sí los vencimos de visitante: 1-0 en 2009, gol de Paolo Goltz, en La Bombonera alquilada por San Lorenzo (esa constumbre nacida en 1979).
7) Del mismo modo es cierto: hace 46 años que no perdemos en Boedo. Y la última vez que jugamos en el desaparecido Gasómetro de Avenida La Plata les ganamos 2-1.
8) Y porque si contamos todos los partidos disputados entre ambos en los últimos 50 años (desde 1974 a hoy, por Ligas, por Copas, y amistosos con trofeo en juego) estamos empatados 29-29. Es decir, salvo los abuelos no deben entender la canción "que nacieron hijos nuestros / hijos nuestros morirán". Porque, en definitiva, no lo vivieron.
9) Y se recuerda respecto de esa etapa del Clásico de Barrio más grande del Mundo (y en el último medio siglo, el más parejo): Huracán, en 1976, estableció el récord Guinness al ganar los cinco clásicos disputados en el año.
10) Llenaron la cancha por primera vez en mucho tiempo, agotaron las entradas por primera vez en el año, recibieron al equipo con fuegos artificiales... Pero no. No hubo caso. Queda la misma sensación y la misma inquietud que en clásicos recientes: ¿no nos ganan más?
Por Eduardo Sacheri*
El decidió, de entrada nomás, dejarlo en libertad. Tenía la idea de que los amores no se imponen, ni siquiera se eligen. Pensaba que en todo caso eran los amores los que optan, los que se le imponen a uno. Por eso, con cierta prescindencia fatalista pensó que si tenía que ser, sería, y que si no, era inútil gastar pólvora en chimangos.
No le fue fácil, sin embargo. Sobre todo cuando en sus narices otros rivales se lanzaron a tratar de convencerlo. Le costó sobreponerse, y aceptar sonriendo a tíos y primos y cuñados y amigos y vecinos tentándolo al Raulito, ofreciéndole camisetas y pelotas y gorritos, a cambio de promesas de fidelidad a sus propios cuadros. Tampoco dijo nada cuando sorprendió a más de uno de esos buitres futboleros enseñándole al chico los canutos de la cancha, instruyéndolo subrepticiamente en las rivalidades históricas, ensalzando las hipotéticas virtudes de los unos, y vilipendiando las supuestas taras infames de los otros.
El los dejó. Un poco por esa resignación que era tan suya. Y otro poco porque a veces, en sus días tristes, sospechaba que tal vez fuese mejor así, que la cadena de afectos inexplicables se cortase con él, sin involucrar a su hijo. Que tal vez el chico terminase siendo más feliz siendo hincha de algún grande, saliendo campeón de vez en cuando, viendo la cancha llena, comprando El Gráfico con su ídolo en la tapa. Si al fin y al cabo él venía sufriendo hacía... ¿cuánto? Más de veinte años desde aquel campeonato. Y después la debacle. Hasta el descenso había tenido que sufrir, hasta el descenso. Y a la vuelta, la desilusión grande del 94. Justo en la última fecha, será de Dios, en la última fecha. Si faltaba tan poquito, un empate y listo. Pero ni siquiera.
Por eso, seguramente, aceptó con entereza que Raulito, desde los nueve, más o menos, empezase a decir que era de River, «como el tío Hugo»; aunque en el fondo más recóndito de su ser, él sintiese sinceros deseos de pasar al «tío Hugo», lenta, dulcemente, por la picadora de carne y la máquina de hacer chorizos.
Es que, a solas consigo mismo, en el resto de los días, sabía que era todo grupo. Que le hubiese encantado que Raulito saliese de los suyos. Que ahora que ya tenía trece, ahora que era todo un hombrecito, habría sido lindo ir juntos a la cancha. A la tarde, tempranito, en el tren y el 118, hablando de bueyes perdidos, mirando el partido de tercera acodados en el escalón de arriba, dejando pasar la vida.
Pero igual no cambiaba de idea. No señor. Que si tenía que ser que fuese, y si no, no. Igual, y por si acaso, cultivó su propia planta de leyendas mentirosas, como para mantener viva su persistente esperanza. Y aunque le daba un poco de vergüenza comparar al equipo del 73 con la Selección del 86, igual seguía adelante, envalentonado en su propia pirotecnia falaz, enternecido en la admiración dibujada en los ojos del Raulito.
Esa tarde, la inolvidable, la definitiva, empezó como todas, con el mate y la radio en la mesita de hierro del patio. El padre decidió prevenirlo de entrada:
–Mira, Raulito, que hoy juegan contra nosotros. El hijo lo miró con curiosidad.
–¿Y qué problema hay, pa?
El padre, feliz en la sencillez del chico, terminó sonriendo:
–Tenés razón, Raulito, ¿qué problema hay?
A los veinte minutos penal para River. El chico lo miró al padre, como dudando. El lo tranquilizó, a pesar de sí mismo:
–Gritálo tranquilo, Raulito. Eso sí: si después hay un gol nuestro, no te enojés
si yo lo grito.
–No, papá, si no me enojo –le aclaró, muy serio. Después gritó el gol, pero no mucho. Fue un grito breve, un poco tímido. El padre lo palmeó.
–No seas tonto, Raúl, gritálo todo lo que quieras.
–Así está bien, pa –fue toda su respuesta. Al rato vino el dos a cero. Ahí el chico lo miró primero, y después dio un par de aplausos, y eso fue todo.
–Che, ¿qué clase de hincha sos vos? ¿Así te enseñó tu tío Hugo a gritar los goles?
–No pa, él los grita como loco. Como vos, los grita.
–Y entonces gritá tranquilo, hijo. –Y después añadió, con un guiño:– Ojo que en el segundo tiempo capaz que grito yo, ¿eh?
Se sentía en paz, dueño de una felicidad sencilla y robusta. Casi ni se acordaba de que iban perdiendo. Empezaba a pensar que tal vez no fuese tan terrible que su hijo fuese de River. A lo mejor iban a poder ir a la cancha igual, turnándose un domingo cada uno, si el fixture ayudaba.
El segundo tiempo siguió por el trillado sendero de la tragedia. Un contraataque y tres a cero. El pibe ni siquiera hizo un gesto cuando el relator vociferó la novedad a voz en cuello.
–Che, Raulito, ¿estás dormido, vos? –El padre lo palmeó con afecto.
–No, papi. –Zarandeaba las piernas cruzadas debajo del asiento, y tenía los dedos cruzados en el regazo, como cuando pensaba en cosas complicadas. Luego aventuró:– No sé, me da un poco de lástima.
El padre se rió con ganas.
–Dejáte de jorobar, Raúl, y disfrutálo. Total, un partido más, uno menos... Aparte, cuidado, pibe –bromeó–, mirá que a lo mejor todavía se lo empatamos.
Para colmo, y como dándole la razón, al ratito vino el tres a uno. El padre lanzó un gritito contenido, tenso, como el que habrían dado los jugadores, saludándose apenas entre ellos, disputándole la pelota a un arquero con ganas de enfriar la cosa, corriendo hacia el medio campo para ganar tiempo. El hijo lo miró sin tristeza. Cuando sus ojos se cruzaron, ambos sonrieron.
–Te dije, pibe, ojo con nosotros. Mirá que somos bravos.
Por lo que decían en la radio, el partido se estaba poniendo bueno.
–Escuchá, Raulito, escuchá: los tenemos en un arco.
Pero el aviso era inútil. El chico seguía el relato concentrado, serio.
Acompañaba las jugadas trascendentes con patadas en el aire, como jugando él también su parte del asunto. El padre sonrió. Cómo son los pibes. Se posesionan de tal modo que se sienten ellos mismos protagonistas del partido. En realidad, no sólo los pibes: un par de semanas atrás él mismo había hecho trizas el termo en un esfuerzo supremo por despejar al córner un disparo bajo que iba a sobrar fatalmente al arquero.
A los treinta, más o menos, tiro de esquina sobre el área de River. El chico seguía enchufadísimo. Hasta balanceaba ligeramente el cuerpo de un lado a otro, como todo buen cabeceador, esperando el momento de correr un par de metros y madrugar al marcador y pegar el salto y conectar el frentazo. Pero había algo que al padre no le cerraba, algo en el modo en que estaba parado, algo en la expresión de sus ojos negros.
El corazón le dio un vuelco cuando comprendió: el pibe se estaba perfilando de atacante, no de zaguero. El movimiento era para zafarse de algún marcador pegajoso, los ojos tenían el fuego de vení bola vení que te mando a guardar. El brazo derecho se alzaba en el gesto que se le hace al siete de ponéla acá, justito acá por lo que más quieras.
El relato se suspendió en una nota aguda, una de esas notas que se alargan, que perduran en el aire, mientras el relator decide si tiene que gritar o decir que pasó cerca. Igual no hizo falta, porque la hinchada, detrás de ese arco, lo gritó primero, y el relator en todo caso se encaramó después a ese alarido. El padre lo gritó con ganas, entusiasmado. Tres a uno es una cosa. Pero tres a dos es otra bien distinta, y entonces...
Tuvo que interrumpirse de golpe en sus divagaciones. Porque a sus pies, al costado de la mesita, de rodillas, de cara al cielo, gritando como si lo estuviesen desollando, con los brazos extendidos y las palmas abiertas, mezclando los chillidos de su voz de nene y los ronquidos incipientes de su madurez en ciernes, estaba el pibe, el pibe ya sin vueltas, ya sin chance alguna de retorno, ya inoculado para siempre con el veneno dulce del amor perpetuo, ya ajeno para siempre a cualquier otra camiseta, más allá de cualquier dolor y de todas las glorias, dando al cielo el
primer alarido franco de su vida.
El padre se lo quedó mirando, impávido, hasta que el pibe se quedó sin voz y volvió a sentarse. Tuvo miedo de pronunciar palabra, como si cualquier cosa que dijese conllevara el riesgo de destruir ese hechizo de epopeya. El pibe, igual, no lo miraba. Estaba ciego a cualquier cosa que no fuese esa cancha, ese arco de sus desdichas, ese reloj fugaz y traicionero, ese relato interminable de centros llovidos al área y despejes agónicos. Sobre todo eso el padre pensó después, porque en ese momento, agobiado en la constatación de su pequeño milagro íntimo, apenas le quedaba tiempo de mirarlo al pibe, de comérselo con los ojos, de grabárselo para siempre en el recoveco más recóndito de su alma.
En eso estaba cuando, ya en el descuento, River jugó mal al off–side y el nueve se escapó con pelota dominada. El relato radial se trepó de nuevo a uno de esos agudos oraculares. El pibe se puso de pie, incapaz ya de tolerar la tensión de la jugada. Con el rugido de la hinchada de fondo, padre e hijo contuvieron el aliento, con el alma pendiendo de ese nueve que entraba al área a liquidar el pleito, que punteaba la pelota por encima del arquero, buscando el segundo palo. El relato se cortó de pronto, y cuando continuó ya lo hizo en un tono menor, para explicar lo inexplicable: la pelota besando el travesaño y yendo a morir al techo de la red, ya inútil, ya sin sentido, ya con el arbitro pitando el final.
El padre se volvió a mirarlo. El chico estaba rojo de la bronca, con los ojos muy abiertos de tan incrédulos, con los puños apretados de impotencia. Pensó primero en decir algo, como para tratar de mitigar ese dolor en carne viva. Pero lo disuadió la certeza de que era mejor así, porque así eran siempre las cosas, y las cosas no podían estar mal, si así eran siempre. Los labios del chico se torcieron en una ueca, y por fin se lanzó en un llanto desbocado. Ya era grande. Lo suficiente como para querer llorar a solas. Por eso se levantó de pronto y corrió hasta su pieza. El padre escuchó el portazo, y no necesitó verlo para saberlo derrumbado sobre su cama, confuso, dolido, ignorante de qué debe hacer uno con el dolor y con la rabia.
El padre lo supo llorando a mares, y se regocijó en esas lágrimas. Porque uno puede decir que es de muchos cuadros. Uno puede cambiar de idea varias veces.
Sobre todo si abundan los tíos y los primos grandes, dispuestos a comprar con pelotas y camisetas la fidelidad de un corazón novato. Pero una vez que uno llora por un cuadro, la cosa está terminada. Ya no hay vuelta. No hay caso. De la alegría se puede volver, tal vez. Pero no de las lágrimas. Porque cuando uno sufre por su Cuadro, tiene un agujero inentendible en las entrañas. Y no se lo llena nada. O mejor dicho, sólo se le llena con una cosa: con ganar el domingo que viene. De manera que asunto concluido. La suerte está echada. Nosotros acá, el resto enfrente. Algunos más amigos, otros menos. Pero de este lado nosotros, los de acá,los que no tenemos en común, tal vez, victoria alguna, pero que compartimos las lágrimas de un montón de derrotas.
Cuando su mujer salió al patio, extrañada de que su marido siguiese al sereno en el atardecer frío del otoño, lo encontró llorando a él también, pero unas lágrimas gordas, densas, de esas que abren surcos pegajosos en su camino, de esas que uno llora cuando está demasiado feliz como para sencillamente reírse.
–¿Se puede saber qué les pasa? –preguntó la mujer, confundida. El la miró, sin preocuparse siquiera de ocultar sus lágrimas–: Hace rato que el Raulito entró a su pieza y dio un portazo, y me dice que no quiere que entre, y se lo escucha llorar y llorar como loco. Y ahora salgo y te veo a vos también moqueando. ¿Me querés explicar qué cuernos pasa?
El hombre la consideró con benevolencia. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Intentar explicarle? ¿Cómo? Se conformó con mirarla, mientras seguía sintiendo el fluir del tiempo en el gotero de cristal de ese momento indestructible.
–Seguro que le ganaron a River y vos lo cachaste al chico, ¿no? Seguro que te la agarraste con el nene, ¿no? –Ella lo miraba con gesto de severo reproche.– Semejante grandulón, ¿no te da vergüenza?
–No, Graciela, no le hice nada. Si River ganó tres a dos. Al chico no le dije nada, te juro –respondió con calma, desde la cima de su paz reconquistada.
–Pero entonces no entiendo nada. ¿Me decís que ganó River, y el nene está llorando como loco encerrado en la pieza?
–Sí, Graciela. Ganó River. Pero el pibe no es de River, Graciela. –Y se sintió reconciliado con la vida, eufórico, agradecido, emocionado; dueño legítimo y absoluto de las palabras que iba a pronunciar. Después se incorporó, porque cosas así se dicen de parado:
- Lo que pasa es que el Raulito es de Huracán, Graciela. ¡De Huracán!
*Eduardo Sacheri es escritor. Publicó Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol, Te conozco, Mendizábal y otros cuentos y Lo raro empezó después, cuentos de fútbol y otros relatos. La película El secreto de sus ojos está basada en su novela La pregunta de sus ojos. Nació en Buenos Aires en 1967, también es profesor y licenciado en Historia, y ejerce la docencia secundaria.
Por Daniel Roncoli
Habría que adjudicarles a los ravioles de Doña Dominga un valor alimenticio extraordinario más allá de su esencia. Sería bueno que nutricionistas y médicos deportólogos los analizaran de modo pertinente, bucearan en la arqueología de aquellas recetas porque, evidentemente, más allá de la poética y la liturgia, eran un maná para la constitución de músculos nobles y organismos privilegiados.
Su hijo Oscar, el mítico Ringo, fue un boxeador hercúleo y corajudo, que amaba el fútbol con un sentimiento prístino. Su adoración por Huracán es una prueba notable de esa identificación macerada por humores de identificación barrial, historia personal y admiración por los cracks que desgranaban su arte en los alrededores de Parque de los Patricios.
Participó del bacanal emocional como simpatizante emblema y difusor de los arrebatos artísticos de los futbolistas de la Quema, como ocasional mecenas adquiriendo en un alarde de Pedro de Mendoza de las transferencias el pase de Daniel Willington para suministrárselo gratuitamente a su club o como representante de oficio de Héctor Rodolfo Veira a quien trató de ubicar en distintas instituciones cuando su estrella se apagaba y el carisma de Ringo se encendía.
Pero también fue un aficionado travieso y algo más anónimo de espaldas a El Globo ya que no era el único beneficiado por la ingesta de las mágicas pastas maternas. Uno de sus hermanos gambeteó la sombra de su personalidad incandescente y se destacó como futbolista.
Vicente Bonavena supo ser un centrodelantero muy requerido. Vistió los colores de Temperley, El Porvenir y Cristal Caldas de Colombia en la vidriera más resonante de su palmarés.
Lejos de ser una expresión delicada y hábil, adaptando virtudes que evidenciaba Ringo en los cuadriláteros, lo buscaban porque se constituyó en un goleador potente. Optimista. De buen cabezazo --un arma de nocaut---. Guapo. Y entrador.
En el ascenso, Vicente, sobre el filo del retiro, defendió los honores de Deportivo Riestra. La ceremonia de despedida pasó desapercibida para las multitudes pero es mucho más que el mero apunte estadístico. Decenas de simpatizantes pueden dar fe de la notoriedad de este capítulo de su trayectoria goleadora. En aquella etapa, era frecuente ver a su hermano Oscar Natalio, con su nariz curtida de mamporros, aferrado a los alambrados de estadios pobres.
Excéntrico y con su personalidad a raudales, plétora. Ringo llamaba la atención por encima de las propias acciones del juego. No sólo porque su fama o su figura imponente distraía a los cholulos. No se pasaban la tarde admirándolo solamente por haber convertido en castillo de naipes las piernas de Ali o cantar en el teatro de revistas motivos primaverales. Era un atractivo su manera de vestir y la nube que lo envolvía. Lo que emanaba de su presencia y lo que hacía con ese halo. No buscaba pasar inadvertido. Solía llegar a esas canchas polvorientas con largos sacones de cuero, pantalones oxford de diversos colores y texturas, fumando habanos que encendía en un mecherito hecho con billetes de cien dólares. Y lo hacía a bordo de autos costosos y llamativos.
Esa condición de atracción le fascinaba. Pero por encima de cualquier exaltación ególatra se divertía como un loco como agitador de la hinchada de los albinegros de Pompeya.
Lo motivaba más su subrepticio rol de capo de la barra que dilucidar minuto a minuto la trama de los partidos.
En un momento de esa etapa, cuando el entrenador era Osvaldo Panzutto y por su decisión Vicente iba al banco, el boxeador se dejaba rodear de los pibes que simpatizaban con Riestra, que lo buscaban sedientos de su autógrafo y ávidos de sus ideas transgresoras. Entonces Ringo les daba para el chori, la coca y el viaje en colectivo a cambio de que organizaran un estridente aguante para su hermano. Obedientes, los hincas más jóvenes taladraban los oídos del técnico solicitando el ingreso del robusto atacante. A dos metros, en un campo de juego precario y sin edificaciones en su perímetro, en medio del silencio más absoluto, esa jauría de gargantas chillonas e incesantes puede constituir una tortura china.
Lo cierto es que bastaba que el entrenador cambiara de parecer, ordenara el cambio y Vicente traspusiera la línea de cal para que la vocecita inconfundible del peso pesado que tuviera al Luna Park en su puño la noche de duelo con Goyo Peralta, se oyera nuevamente en el eco de la tarde.
--¡Ey, muchachos!
Cuando los subvencionados simpatizantes acudían a su llamado, sin otra covicción que sentirse amigos del gigante y con los bolsillos un poco más robustos, Ringo volvía a darles un regalito para que repitieran de modo inverso el acoso. Trepados al alambre acometían un nuevo suplicio para el técnico del Deportivo Riestra. Así que a un minuto de haber puesto en cancha a Vicente Bonavena, Panzutto debía hacerse de una peregrina paciencia para no mandar a sus imberbes detractores al órgano sexual de su hermana o de su progenitora. Le costaba horrores: los entusiastas en un curso acelerado de mercenarios, empezaban con aquelloa de... "¡Sacálo a Bonavena, sacálo a ese burro, sacálo a Bonavena!" y no había manera de silenciarlos.
Entonces, mientras que el centrodelantero mortificado por el apoyo ficticio y rentado, y avergonzado luego por la reprobación desgastante y obstinada, se perdía goles por falta de concentración; Ringo se volvía un poco más pibe de lo que era.
"La barra de Ringo Bonavena" integra el libro "Resaca de potrero y otros cantos al fútbol".
Huracán 5 - Boca 2, en la última fecha del campeonato de la Liga Argentina, en 1934, año de la creación de la versión actual de la AFA. El Globo Newbery goleó al campeón y Herminio Masantonio convirtió cuatro goles. El Mortero de Rufino fue el primero en marcar un póker ante el archirrival del Puerto. Fuente: Historia de Boca.
Así llegaban los grandes del fútbol argentino al momento de la fundación de la actual AFA, en noviembre de 1934. La diferencia en términos de popularidad y de títulos entre los seis clubes más tradicionales (protagonistas de los tres clásicos más relevantes) y el resto era muy grande...
Socios de los clubes en 1934, el año de fundación de la actual versión de la AFA:
1) River 27.195
2) Boca 22.095
3) SanLorenzo 16.250
4) Racing 14.013
5) Independiente 8.741
6) Huracan 8.231
Títulos de los clubes en el final de 1934, el año de fundación de la actual versión de la AFA:
1) Racing 23 (nueve Ligas, once Copas Nacionales y tres Copas AFA-AUF)
2) Boca 18 (8 Ligas, seis Copas Nacionales y cuatro Copas AFA-AUF)
3) Independiente 8 (dos Ligas y seis Copas Nacionales)
4) Huracán 7 (cuatro Ligas y tres Copas Nacionales)
5) San Lorenzo 6 (cuatro Ligas y dos Copas AFA-AUF)
6) River 6 (dos Ligas, dos Copas Nacionales y dos Copas AFA-AUF)
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 3: Huracán 1-Instituto 0.
Tras el empate incómodo frente a Banfield (por el empate ajeno y tardía en el contexto de un partido en el que quedó la sensación de que se trataba de una victoria necesaria), Huracán dio un enorme muestra de seriedad y constancia para afrontar más de una hora del partido, incluyendo los minutos adicionados, con un jugador de menos por la discutible expulsión de Willy Alarcón (la primera amarilla fue por una falta ínfima).
Por todo esto:
1) En desventaja numérica siempre fue el que más quiso.
2) Porque hubo jugadores que merecieron la victoria por actuación propia: Nacho, Eche, Carrizo, Ibáñez, Gali, incluso Mazza, Souto y Rayo, quienes sin jugar un gran partido fueron relevantes para que el equipo no sintiera la ausencia de Willy,
3) Porque el título de este artículo no es ni más ni menos que la sensación de todo el Palacio en ese desenlace. Una divina agonía, al cabo. Eso fue el gol de Nacho, de un penal que a él le comentieron y que él junto a Eche y compañía hicieron cobrar al obligar al árbitro a detener el encuentro. El grito del gol llegó a los 57 minutos del segundo tiempo; el deshago de la victoria, algunos segundos más tarde... Eternos segundos. Hermosos segundos.
Y también por las consecuencias del partido:
4) Huracán es líder de la Liga César Luis Menotti. También de la Liga #ElijoCreer.
5) Porque los números del Palacio, de nuestra localía son de campeón: no perdió en todo el años, recibió dos goles (uno con infracciones varias) en ocho partidos, tuvo seis vallas invictas y suma cuatro victorias sucesivas. Y sobre nuestro césped pasaron: Independiente, San Lorenzo y River y no pudieron gritar ni un gol entre los tres.
6) Porque el ambiente dejó una impresión que agrada: la del entusiasmo.
7) Porque la palabra campeón se grita sin inhiciones en las canciones que nacen desde la Bonavena y se pasean por La Masantonio, La Stábile y La Houseman. Y eso también es un síntoma de los buenos, por supuesto. Sucede que para ser vistas algunas cosas primeros deben ser creídas, como está escrito en una de las paredes de la bendita Ciudad de México.
Año 2015, Supercopa Argentina: Huracán 1-River 0, en San Juan. La Estrella Número 13.
Pase y vea, el recorrido de la historia. Tantas veces se preguntan por la cuestión del sexto grande. Sabemos que es Huracán: por tradición, por nombramiento inequívoco de la AFA, por sus títulos, por su convocatoria, por sus resurrecciones, por sus notables aportes a la Selección y al fútbol del mundo.
Pero también, y por eso este posteo, por lo que cuenta el trayecto desde los tiempos fundacionales hasta esta publicación...
(AL MENOS) Top 6 en títulos a lo largo de los años:
Títulos de la AFA:
Huracán (13): 1925-2024 - 100 años. Entre 1925 y 1971 más 1973 fue QUINTO durante 48 años; y también CUARTO incluso delante de River desde 1925 hasta finales de los años 30. Incluso TERCERO al finalizar 1922, sólo detrás de Racing y Boca.
Central (11): 1913 -1924. 12 años.
Newell's (9): 1911-1914. 4 años.
Estudiantes (10): 1913-1914. 2 años.
Vélez (11): 2013. 1 año.
Títulos totales:
Huracán (13): 1925-2005 - 81 años. Entre 1925 y 1971 más 1973 fue QUINTO durante 48 años; y también CUARTO incluso delante de River desde 1925 hasta finales de los años 30. Incluso TERCERO al finalizar 1922, sólo detrás de Racing y Boca.
El equipo formado en homenaje a Menotti. Los titulares frente a Defensa más Daniel Buglione (campeón con El Equipo de los Sueños) con el 73 y Alejandro Menotti, el hijo de César.
Liga de los Campeones del Mundo, César Luis Menotti. Fecha 1: Huracán 3-Defensa y Justicia 1.
*Se percibe en cada uno de ellos, que ahora caminan rumbo al Palacio Ducó. No es una cita más. No es un partido más este debut en la Liga. No podría serlo: la semana estuvo atravesada por el fallecimiento de César Luis Menotti, el pasado domingo. Su nombre aparece en los recuerdos de quienes vieron jugar a su equipo emblema, El Huracán del 73, y en las palabras de los que escucharon a sus padres o a sus abuelos contar maravillas. No hay tristeza; hay voluntad de homenaje.
Ya en la cancha, antes del partido, se lo evoca. Y la añoranza se hace presente en todos los que, cada uno a su manera, participan. Es un momento de emoción en el que se pasa del silencio respetuoso a los cantitos emblemáticos dedicados en aquellos días felices y a los aplausos unánimes. El Flaco parece estar escondido por ahí, en esos rincones que tanto conoció y tanto quiso hasta el último de sus suspiros.
Huracán es un club afín a los homenajes, a rendirle tributo a su propia historia. A sus logros, las 13 estrellas de títulos oficiales de la AFA que circundan su insignia, el Globo de Newbery; a sus ídolos y héroes, como Ringo Bonavena y Guillermo Stábile, quienes le ponen nombre y apellido a las dos populares del estadio, como René Houseman y Herminio Masantonio, los dueños de los recuerdos en las dos plateas del escenario de Alcorta y Luna, Patrimonio Histórico y Cultural de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Y Menotti? Es una ausencia que late. Algo muy parecido a una deuda con la historia.
Sin embargo, en las calles rumbo al Palacio, sobre Luna (renombrada Luna Quemera desde la Avenida Caseros hasta las puertas de la popular local y su desembocadura con la calle Miravé) y sobre Colonia, El Flaco aparece hecho retrato y mural junto a cracks y figuras de otros tiempos -como los que el estadio nombra y como Tucho Méndez, como Emilio Baldonedo, como Sebastián Viberti, como Miguel Brindisi- y también con valiosos representantes de días más cercanos como Víctor Hugo Delgado, El Turco Mohamed, Javier Pastore, Angel Cappa, Pato Toranzo...
"No tengo dudas de que César merece un lugar de privilegio, tal vez una estatua en La Quemita o en algún lugar de la cancha. Fue y es un representante genuino del club y de su vínculo con el barrio. Que a través del Equipo de los Sueños del 73 se lanzó al fútbol argentino y al mundo como una figura central e irrevocable. De todos modos, corresponde agregar que los nombres elegidos para las tribunas del Palacio, todos fallecidos, tienen los méritos para estar allí y seguro ya están todos ellos recibiendo a César en el Cielo de los Buenos", le dice a La Nación Néstor Vicente, Director de Cultura de la AFA y titular de la Subcomisión de Cultura, Historia y Derechos Humanos de Huracán.
El último miércoles, en la Feria del Libro, Huracán -en su décimoquinta presencia ininterrumpida en el evento- presentó su acto central. Y allí, como no podía ser de otro modo, también se habló de El César, ese superhéroe que, en Parque de los Patricios y su zona de influencia, es como una suerte de perpetuo habitante sentimental. Tuvieron que hacer dos funciones porque había demasiada gente. Las más de 600 personas presentes, entre ellas cuatro de los referentes del actual plantel (Hernán Galíndez, los chilenos Rodrigo Echeverría y Willy Alarcón y el capitán Fernando Tobio), se rompieron las manos para aplaudir al técnico que los hizo felices y/o al que admiraron y admiran mucho. También había emocionados ofreciendo recuerdos; otros con anécdotas más cercanas en el tiempo. Todos con la nítida sensación de que había partido alguien que sentían cercano, "como ese tío que siempre tiene algo bueno para contarte", como expresa ante la consulta de este diario Alejandro Marinelli, periodista, escritor, socio e hincha de Huracán.
La deuda histórica quedará saldada en cualquier caso. Habrá homenaje perpetuo para el entrenador sin olvido. "Es un acto de justicia para lo que significó para Huracán, y a partir de allí, para la Argentina y para todo el mundo. Creo que muchos se dieron cuenta de su dimensión ahora, pero la gente de Huracán siempre lo tuvo en el pedestal de sus grandes referentes", señala Roberto Guidotti, historiador de Huracán y coautor del Libro del Centenario del club.
Sucede una traba respecto de lo inmediato: el domingo 2 de junio habrá elecciones. Sin embargo, las dos listas con más posibilidades de ganar (el oficialismo y Siempre Primero Huracán) ya tienen pensado un homenaje para Menotti. David Garzón, actual presidente y candidato a vice, le cuenta a La Nación: "Tenemos pensado un proyecto que presentaremos ante la Asamblea, pero no queremos decir nada en específico para que no se confunda con que queremos sacar provecho de esto. El Flaco es muy grande y en lo personal fue el que me hizo más hincha de Huracán". Fernando Folchi, candidato a presidente de SPH, también le comentó a este diario que hay una idea "para hacer justicia con César". La agrupación propondrá que la emblemática torre del estadio lleve como nombre "César Luis Menotti". De hecho, antes del partido contra Defensa y Justicia, organizaron un encuentro a modo de homenaje en la sede partidaria, en Caseros y Dean Funes.
Marcial Sarrías es arquitecto, pero sobre todo un socio e hincha de Huracán muy influenciado por el ciclo de Menotti. Tanto que el año pasado publicó un bello libro titulado sencillamente: "El 73", un recorrido por todo el campeonato de 1973 con ese equipo que -a su decir y al de muchos- "cambió la historia del fútbol argentino". El tiene la perfecta explicación para darle a César el merecido lugar. "Me hizo feliz", cuenta, emocionado.
¿Será un sector del estadio? ¿Una estatua? ¿Se gestionará que una de las dos estaciones de subte más cercanas a la sede y al estadio, Caseros y Parque de los Patricios, lleven su nombre? No hay certeza. Sólo se sabe una cosa: en cualquiera de los casos, César estará para siempre en lo imperecedero de la historia de Huracán.
Por lo pronto, la Liga que Huracán comenzó a jugar frente a Defensa y Justicia, bajo el cielo de Parque de los Patricios, se llama César Luis Menotti. Así como la Copa de la Liga 2020 se llamó Diego Armando Maradona, también a modo de tributo. "Y la ganó Boca y Argentinos peleó hasta el final... Muchachos, elijo creer. ¿Quién va a ganar un torneo que se llame Menotti?", dice -entusiasmado- uno de los 2.822 socios que agotaron todas las ubicaciones de la platea que tiene el nombre de un hijo futbolístico de El César, simplemente René. Allí, la tarde finaliza del mejor de los modos: 3-1 y aplausos. Victoria y reconocimiento dedicados a El Flaco...
*Texto publicado por el creador del Blog en el diario La Nación y en su versión web.
El Tricampeón Mundial se fue. Como DT de mayores y de juveniles, como Director General...
El creador del Equipo de los Sueños, el del 73, que nos enseñó La Nuestra.
El orfebre de la Primera Estrella, en el 78.
El que le dio Selección al Diego.
El que le dio alas a René.
El que nos mostró un camino.
El que el mundo ya empieza a añorar.
El de las palabras justas y exactas.
El que se animó a pedir y a preguntar por los desaparecidos.
El maestro sin pizarrón.
El Flaco, El César, Menotti se fue.
Se fue.
Queda su Escuela.
Queda su impronta.
Queda su leyenda.
///
Totó, caminando por el Palacio, ya aprendió que ahora está sonriente con su abuelo y su abuela, con Diego, con René, con nuestra gata Rana que también anda por ahí, en el Cielo de los Buenos y de las Buenas.
Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - 14ta. Fecha, la última: Huracán 4-Atlético Tucumán 0, en el Palacio.
Apuntes de una victoria para seguir gritando:
1) Se terminó la Copa de la Liga del mejor de los modos: con una goleada contundentes y una actuación valiosa. Es cierto: después del feo 0-0 contra Riestra, en El Metegol de Soldati.
2) Huracán concluyó el primer cuatrimestre de 2024 y el primer torneo del año con el Palacio invicto: tres victorias (ante Rosario Central, el último campeón; contra River, campeón de la Supercopa Argentina y con 17 partidos de invicto; y esta goleada del cierre ante el Decano de Tucumán) y tres empates (sin goles ante Independiente, tras 76 minutos con un jugador menos y ocho minutos con dos menos; y contra San Lorenzo, en el Clásico de Barrio más grande del mundo que Huracán mereció ganar; y 1-1 frente a Argentinos Juniors, clasificado en el Top 4).
3) El rendimiento defensivo (sobre todo del arquero Hernán Galíndez) es un aspecto a destacar. Incluyendo la Copa Argentina, Huracán disputó 15 encuentros y en ocho terminó con el arco en cero. De local, fue el equipo que menos goles recibió (apenas uno) y que más vallás invictas tuvo (cinco de de seis posibles).
3 bis) Respecto de Galíndez: fue el segundo arquero con más vallas invictas (sólo superado por Petroli, de Godoy Cruz), fue el menos vencido como local (un gol y cinco vallas invictas en seis partidos) y resultó el segundo mejor en el coeficiente de atajadas respecto de llegadas/tiros al arco.
4) Nos faltó gol en casi todo este 2024. Se genera pero no se convierte. Es el tercero en llegadas y el cuarto en tiros al arco. Pero también el de menor proporción de goles convirtidos considerando esos ítems.
5) Esta goleada, la soltura exhibida, el juego creciente invitan al optimismo. En lo defensivo estamos cubiertos. Ahora es tiempo de darle recorrido al equipo en la pretemporada/preparación (ya con tres amistosos confirmados: Tigre, Platense, Defensa) y alimentar el entusiasmo con el que se despidió del cuatrimestre.
6) Más: la traumática clasificación en la Copa Argentina (por penales ante Villa Mitre, tras igualar sin goles) permitió mantener la puerta abierta en la "prioridad" -como dijo Kudelka y como percibimos casi todos los Quemeros- que significa este torneo que nos permitó sumar la Estrella 12 y permitir el acceso a ganar La Estrella 13 (en la Supercopa Argentina ante River, en 2015).
7) La Liga también es una expectativa válida: habrá 11 equipos disputando competiciones internacionales (en la mayoria de los casos como prioridad). No estaría mal aprovechar esas eventuales ventajas y volver a protagonizar como en el 2022.
Como el Indio, como La Renga, como Los Caballeros de la Quema, como El secreto de sus ojos, el Palacio vuelve a ser sede de otro gran evento: el primer día de diciembre recibirá a Iron Maiden.
Otra fiesta en el único estadio que es Patrimonio Cultural e Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - 12da. Fecha: Huracán 1-River 0, en el Palacio.
Detalles de una victoria para la disfonía:
1) Se le ganó a River, que llevaba 17 partidos invicto. Al igual que el año pasado, cuando River venía de construir el récord histórico de 20 triunfos seguidos en el Monumental, los derrotamos 2-1. La jerarquía del rival amplía la sensación de la victoria.
2) Hubo clima de Clásico. El Palacio lució como en las grandes citas y como casi siempre en los últimos tiempos (tal como señala el Informe AFA de convocatoria: tercero de CABA, sólo detrás de River -récord mundial 2023, con más de 86 espectadores en promedio- y de Boca; y quinto entre los grandes, delante de San Lorenzo).
3) Galíndez, el enorme Galíndez (más allá de los 189 centímetros que señala Transfermarkt), tuvo una actuación propia de un arquero mundialista. Como lo fue en Qatar 2022, en la segunda mejor campaña histórica de Ecuador en una Copa del Mundo. Fue la figura. Sin fisuras, con atajadas decisivas, un par espectaculares, con liderazgo y con picardía. Todo. Por eso, el aplauso unánime del final no fue una casualidad sino una merecida consecuencia. Sus números lo avalan: cinco vallas invictas en 12 partidos; y cuatro en cinco encuentros en el Palacio, donde apenas recibió un gol).
4) El golazo de Mazzanti, esa corrida que se guardará en lo mejor de la memoria, merece estar bajo la lupa del Premio Puskas de este 2024. No es exageración. ¿La expulsión? Hablemos otro día...
5) El equipo mostró intensidad en todo momento. Así se juega. Así hay que jugar siempre.
6) La angustia del final sirvió de perfecto decorado. Con el desahogo de un estadio repleto como inmejorable desenlace.
7) El Palacio es Monumental: en el contexto de una campaña a los tropiezos, resultó nuestro refugio. Cinco partidos, dos victorias, tres empates. Invictos. Apenas un gol en contra (1-1 ante Argentinos). Y ninguno de los tres grandes que vinieron pudieron ganar ni convertir.
Dicho todo esto. Y más aplausos...
No hay que perder de vista la que viene: el miércoles, en la cancha de Quilmes, empezamos nuestro recorrido en la Copa Argentina, que debe ser un objetivo prioritario y hay que encararlo como tal desde la primera eliminatoria. El rival será Villa Mitre, viejo conocido del Nacional 06/07, que ahora participa del Federal A, en el que debutó con una victoria por 2-0 como local ante Santamarina. Mañana enfrenta a Sansinena, también de local. No hay que subestimar a nadie, más allá del nombre y/o de la categoría en la que participa. Ya lo aprendimos. Hay que ganarles...
Como decimos siempre en la portada de este Blog: "No se trata de la seducción de algún éxito pasajero; tampoco de una imposición de la implacable parafernalia mediática. Ser Quemero es una cuestión de pertenencia. Una preciosa herencia inmodificable".
Nosotros, los Quemeros, en nuestro Día Mundial del Hincha de Huracán. Nuestro eterno 28 de marzo.
Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - 9na. Fecha:
Instituto 2 - Huracán 0, en el estadio Juan Perón de Alta Córdoba.
Algunos apuntes del partido. Algunas explicaciones para una derrota que duele:
1) Huracán mereció ganar, más allá de la cruda realidad del resultado.
2) Huracán no jugó bien. No estuvo ni cerca de lo ofrecido en el Palacio durante el estupendo primer tiempo contra Banfield.
3) Le anularon mal un gol que servía de 1-1 y de mucho más por el tiempo que restaba.
4) Roffo, el arquero del equipo de Dabove, fue la inequívoca figura del partido. También un síntoma de dónde estuvieron la mayoría de las llegadas a fondo.
5) El partido se perdió en las áreas, claramente. Por lo mal que defiende Huracán en las pelotas paradas (un error de herencia) y por la falta de precisión frente al arco rival. También es cierto: el azar jugó para el local.
Eso, básicamente eso. Y la sensación de vacío que dejó la derrota. El Top 4 está demasiado lejos. Sólo resta hacer cartón lleno en las cinco fechas que faltan y rezar.
En el medio se cruzará la Copa Argentina, un objetivo que debe ser prioritario. Ojalá que Kudelka, que iniciará ahora su tercer ciclo en Huracán (tras la finalización del interinato de Coyette), tenga clara esa cuestión. Debería saberlo: él fue parte de la conquista de esta Copa en 2014 (dirigió los primeros cuatro partidos y dejó al equipo en las semifinales, tras eliminar a Estudiantes en Formosa)...
Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - 8va. Fecha:
Huracán 2 - Rosario Central 0
Algunos apuntes del partido. Algunos apuntes para creer:
1) Huracán jugó claramente su mejor partido en el torneo y en mucho tiempo. La Primera mitad, un lujo. La segunda, pura autorida.
2) El gol del 2-0 convertido por De la Fuente fue una joya por la gestión colectiva y por la definición, también. Quizá el mejor gol desde aquella maravilla ante Racing en 2009, gestada por Los Angeles de Cappa y resuelta por Defederico.
3) En el Palacio, Huracán es un equipo confiable. Lo cuentan los resultados: perdió uno de sus últimos once partidos; los otros, siete victorias y tres empates. Marcó 14 goles, recibió 4 y obtuvo 9 vallas invictas.
4) Huracán enfrentará en las próximas tres fechas a los equipos que a esta altura se ubican en los primeros tres lugares del Top 4 que clasifica a los play offs. El lunes, ante Instituto, en el Juan Domingo Perón de Alta Córdoba; luego frente a Argentinos, en Parque de los Patricios; y cierra esta serie determinante contra Barracas Central, quizá en el Palacio, pero sin Quemeros.
Veremos...
Por lo pronto desde acá, a la salida de nuestro estadio, elegimos creer...
Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - Fecha de los Clásicos:
Huracán 0 - San Lorenzo 0
Algunos apuntes del partido:
1) Merecimos ganar a pesar de no jugar bien.
2) San Lorenzo pensó todo el tiempo en el cero propio, jugó en función de eso, hizo tiempo.
3) Ellos festejaron el empate como se hizo tendencia y paradigma de este tiempo, ya casi una década quizá,
4) El arbitraje fue más complicado para Huracán que el propio rival.
5) Nos falta gol.
6) Sabemos cuál es la base: el arquero Galíndez, los centrales (Tobio y Carrizo), los chilenos (Echeverría y Alarcón) y Nacho, incluso a pesar de las desventajas físicas.
7) Nada para reprochar en términos de la intensidad. Así se juegan este tipo de partidos.
4) En Copas Nacionales que es lo que se jugó en esta ocasión:
4.1) Nos ganaron en cuatro partidos de 16.
4.2) En títulos: gana Huracán 8-2.
4.3) Les dimos dos vueltas olímpicas en el desaparecido Gasómetro (1943 y 1944).
4.3.1) En la Copa Competencia Británica - George VI FA Trophy, Huracán venció a Boca por 4-2 en la final. Tucho Méndez, emblema y figura de aquel encuentro disputado en Boedo, recibió la Copa de manos del embajador británico David Kelly en nombre del rey (el mismo de la película El dicurso del Rey), de la Football Association (FA) y de el International Board (IFAB). En el Gasómetro había más de 86.000 personas, récord para un partido de Copa Nacional de la AFA.
René Houseman, en la popular Ringo Bonavena. Una postal de hoy. Y de siempre. Un saludo que dura toda la vida.
No le crea. Ese hombre de piernas flaquitas le está mintiendo. Se hace el cansado, el perdido, el desorientado. Como antes, como siempre. Cuídese, parece frágil. Pero en cualquier momento le demostrará que todo es apariencia, que su versión real es otra. Y entonces, su mentira se desnuda: ese señor de 47 años que lucen como más, pequeño, que parece en desventaja física, amaga y suelta un pase preciso, perfecto, que deja en soledad con el gol a Claudio García... Claro que no es el mismo, no podría. Pero no importa, mantiene su esencia pícara. Por eso, enseguida llegará el tributo espontáneo de hinchas que lo vieron y aquellos que lo imaginaron porque el calendario les impidió disfrutar de sus mentiras:
"Chupe, chupe, chupe/no deje de chupar/El Loco es lo más grande del fútbol nacional...".
El Loco es el inolvidable René Houseman, ese futbolista que fue paradigma del wing, disparador de ilusiones, orgullo villero, inventor de imposibles, constructor de mitos, alimentador de leyendas. Ayer, mucho más tarde de lo merecido, en el estadio Tomás Ducó, 7.000 personas lo homenajearon en un partido que fue tributo y recuerdo. Lo acompañaron ilustres como Bochini, Burruchaga, El Negro Ortiz, Olarticoechea... También estuvieron amigos y compañeros de los días de gloria en Huracán —donde René jugó 277 partidos e hizo 109 goles— y de la Selección, con la que disputó los Mundiales de 1974 y 1978: Woff, Barbas, Viberti, Dante Sanabria, Roque Avallay, Buglione, Chabay... Otros referentes más cercanos de Huracán: Quiroz, Herrero, Víctor Delgado, Wiktor... Y el preferido del Hueso en el Huracán de hoy: Juan Carlos Padra.
Claro que el partido fue apenas una anécdota, una excusa para decir gracias a ese muchachito que en el verano del 73 llegó a Huracán, procedente del Defensores de Belgrano campeón de la Primera C, y enseguida construyó un idilio con esa gente que quería concluir con 45 años de espera y postergaciones. Fue campeón y figura ese mismo año con las armas que luego lo inmortalizaron: gambetas, amagues, movimientos de cintura, rivales por el piso, pases al milímetro, goles.
Hoy, el tiempo y el desgaste transformaron el brillo en la sombra de su gloria. Pero el vínculo con el hincha es inalterable, una fidelidad que el tiempo no puede corromper. Por eso los aplausos inmediatos ante cada aparición de este hombre que se crió en los potreros del Bajo Belgrano, en La Pampa y Dragones. Por eso la ovación cuando hace la recorrida por cada tribuna este delantero único que dejaba grabando en el vestuario las transmisiones de radio para, después, en su casa, escuchar los relatos de sus goles. Por eso el grito repetido pidiendo su vuelta y agradeciendo su incondicionalidad, esa que hoy es escasa o no existe:
"Al equipo del Loco lo vamoa'' alentar/no se vende/porque es hincha de Huracán...".
Ahí, en esa cancha que lo vio sonreir y hacer sonreir, René volvió a gozar y a jugar. Su equipo ganó 3 a 2, el señor de la raya participó en dos de los goles y se asoció con su niño mimado, Padra. "Pedí el cambio a los dos minutos, pero no me dejaron salir. Estaba muerto, viejo", se rió Houseman sobre su actuación.
Y aunque la fiesta debió interrumpirse porque la gente comenzó a ingresar cuando se anunció un nuevo ingreso de René, él no dejó escapar una queja ni el más mínimo fastidio. "Me vienen a abrazar a mí", dijo antes de meterse en el vestuario. Ya un poco más serio, dejó el mensaje formal a través de los altoparlantes:
—Gracias por venir. Sólo quería darles un rato de felicidad.
Quedate tranquilo René, siempre fuiste un fabricante de felicidades ajenas.
Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín, en ocasión del homenaje a René Houseman.
Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - Primera Fecha: Banfield 0 - Huracán 2, en el Florencio Sola.
Tres puntos, dos golazos, el arco invicto. Todo ante un rival que llevaba diez partidos sin derrotas y había tenído el arco menos vencido en la pasada Copa de la Liga.
Datos duros que definen un triunfo merecido por varias razones: voluntad de búsqueda, paciencia para esperar el momento, oficio para manejar el partido en ventaja, cambios satisfactorios y un Willy Alarcón que demostró -con sus goles y su fútbol- que es un futbolista de jerarquía internacional.
Es un primer paso, claro. No alcanza para un balance ni para definiciones concluyentes. Pero quedó claro que Huracán es un equipo serio y con una idea de juego definida: ser protagonista, atacar siempre sin regalarse nunca. Más allá de errores puntuales, fue una actuación convincente, que entusiasma, por supuesto.
Queda otra impresión respecto del objetivo de este equipo: como quiere su gente, va por la Estrella 14. Nada menos.
El tiempo dirá si se trata o no de una exageración... Por ahora es eso: una ilusión que nace con indicios muy favorables.
Huracán realizó la parte más intensa de su pretemporada bajo el cielo de Montevideo. Participó de la Serie Río de la Plata (competición avalada por la AUF) en la que ganó la Copa Agustín Peña.
Lo más importante, de todos modos, es que quedaron varias sensaciones positivas: la primera es que hay un claro equipo base; la segunda, que hay un recambio mejorado; y la tercera es que se realizó -otra vez de la mano del Director Deportivo, Daniel Vega- un valioso mercado de pases.
La llegada del arquero del seleccionado ecuatoriano, Hernán Galíndez, es en principio la mejor de la noticias recientes. Sus antecedentes, sobre todo los más cercanos, lo avalan: entre 2021 y 2023 participó del primer título en la historia del Aucas (fue el arquero menos vencido de la competición) y con Ecuador fue titular en el Mundial de Qatar (la segunda mejor actuación histórica del Tri en la máxima cita; con una valla invicta en el triunfo ante el local, incluida) y, antes se ganó el puesto en la Copa América de Brasil (tercera mejor participación en la historia; llegó a cuartos de final) y en las Eliminatorias (tercera mejor participación en la historia). Su potencia física y su altura (1.89) ofrecen la sensación que el equipo necesitaba en el arco: seguridad.
Los demás refuerzos amplían el plantel: De la Fuente para pelear la titularidad con Souto en el lateral derecho, Guillermo Burdisso como primera alternativa para la zaga (Tobio-Carrizo), Toledo como variante para cuando Chile convoque a los dueños de nuestro eje central (Alarcón-Echeverría) y Garate -autor de un gol en la primera pelota que tocó- para cubrir el puesto de centrodelantero que deja el Zorro Cóccaro, transferido al Montreal FC, máxima campeón de Canadá y participante de la MLS y la Leagues Cup.
No es poco. Para nada.
Es más: invita al entusiasmo también la propuesta de atacar sin regalarse.
El detalle de la gira por Montevideo, Uruguay:
- Copa Agustín Peña - Serie RdP: 2-1 frente a Danubio.
- Copa Maicol Cabrera - Serie RdP: 2-3 contra Liverpool, campeón uruguayo. Huracán jugó con suplentes.
- Amistoso: 2-1 a Racing de Montevideo.
///
Ahora llega el turno de lo importante: la Copa de la Liga en la que Huracán irá tras los pasos de la Estrella 14. El debut será el viernes 26 frente a Banfield, en el Florencio Sola.
El equipo está en marcha. Y con buenos síntomas iniciales...
Copa de la Liga de los Campeones del Mundo - Cuartos de final: Huracán 1 (2) - Platense 1 (4).
Jugó el azar al final, para el empate de Platense. Jugó la maldición de los penales que carga Huracán en su historia (sacando la épica de la Copa Argentina 2014, Huracán ganó una de las otras 15 definiciones que disputó, incluidas dos muy dolarosas: por la permanencia contra Italiano, en 1986; y la final de la Sudamericana 2015, contra Independiente Santa Fe, en Bogotá). Jugó también cierta incapacidad para resolver el partido: primero por falta de definición en situaciones ventajosas y luego por falta de oficio para llevar el desarrollo final al terreno conveniente.
Pero ya está, ya pasó. Seguimos estando en el Top 5 de los más campeones de Copas Nacionales, con ocho trofeos (incluida la AFA/FA como la Competencia Británica de 1944). Seguimos demostrando que con este equipo se puede protagonizar. Y seguimos demostrando, de todos los modos, que Huracán es de una sola categoría: de Primera.
Después de la pena y del desencanto, llegará el balance, la autocrítica, las valoraciones...
Pero lo más importante llegará apenas luego: la necesidad irrenunciable de empezar de nuevo... Y con objetivos grandes.
Copa de la Liga de Campeones del Mundo, décimotercera fecha: Huracán 1 - Arsenal 0, en El Palacio.
El año de vaivenes, de vértigos, de cambios, de entusiasmos rotos al nacer, de angustias, de golpes, de malas decisiones, de aciertos tardíos que llegaron justo a tiempo, se termina en su primera etapa del modo en el que toda esa gente que acompañó en las peores y bajo la lluvia de malos resultados merecía: con la certeza imprescidible de que Huracán es de Primera, por supuesto. Como manda su historia grande.
El 1-0 ante Arsenal, la suma de 10 de los últimos 12 puntos disputados, permitieron ese desahogo de todos. De los de adentro y de los del contorno. En un inmenso abrazo imaginario que nos garantiza ya no sólo la décima temporada consecutiva desde nuestro último ascenso (aquel del 4-1 ante Atlético Tucumán, en Mendoza, tras ganar la Copa Argentina ante Rosario Central, en San Juan) sino también la posibilidad de ir tras los pasos de la Estrella 14.
La primera cita de ese pretendido recorrido en es el Monumental José Fierro, ante el mismo Atlético Tucumán, por la última fecha. Un punto le alcanza a Huracán para acceder a los cuartos de final. Incluso podría clasificarse incluso perdiendo. Se verá. Tenemos una certeza: habrá que jugar este partido y los que eventualmente continúen del mismo modo que nos trajo hasta acá: con intensidad de final, de que no hay mañana, de que todo se resuelve en ese partido.
Así, con cada encuentro. Con todos, con los goles del Zorro y de Mazza; con la jerarquía de los chilenos, Eche y Willy; con una defensa que debe volver a mostrarse consolidada como en el inicio de esta Copa de la Liga; con partidos de grande del arquero y capitán, Chaves; con la templanza de Diego Martínez, con la magia de Nacho que volvió para rescatarnos...
Pero no sólo a eso vino Pussetto, nuestro siete bravo desbordando al costado de la Houseman. Lo dijo él. Lo soñamos. Vamos por el título. Por la Estrella 14. Nada menos...
No se trata de la seducción de algún éxito pasajero; tampoco de una imposición de la implacable parafernalia mediática. Ser Quemero es una cuestión de pertenencia. Una preciosa herencia inmodificable.
De acuerdo con el Informe de Clubes 2023, realizado por la AFA, Huracán se ubicó como el tercer equipo más convocante de la Ciudad de Buenos Aires, detrás de River (récord mundial en el año) y de Boca. También se ubicó quinto entre los grandes, delante de San Lorenzo. Además, de acuerdo con datos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, al Clásico de Barrio más grande del Mundo concurrieron más de 54.000 personas, cifra récord para nuestra casa luego de la última remodelación posterior a 1955.
Nuestro Palacio: el del Oscar y ¿el del Mundial 2030?
El estadio de Huracán es el primero del fútbol argentino y el segundo del mundo en participar de una película ganadora del Oscar (el primero fue El Molinón, por la película española Volver a empezar, de José Luis Garci). Nuestro Palacio Ducó se consagró en 2010, con El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella. Luego, el mítico Wembley -escenario del film El discurso del Rey- se sumó a la lista. Conocida la condición de la Argentina como una de las sedes inaugurales del Mundial Centenario, Buenos Aires fue elegida como subsede principal. Y se establecieron cuatro estadios como posibles escenarios: además del Palacio, fueron inscriptos por la AFA el Monumental de River, La Bombonera de Boca y el José Amalfitani de Vélez.
Nuestro fútbol
Desde finales del Siglo XIX, la Argentina se transformó en una de las capitales mundiales del deporte más popular. No sólo porque ahora cuenta con el seleccionado nacional más exitoso de la historia (con 23 títulos, con las tres Copas del Mundo que exhiben las estrellas del escudo) sino por tantos futbolistas y entrenadores que hicieron y hacen historia. Desde Diego y Lionel para atrás y para los que vendrán. Como algunos Quemeros que dejaron su impronta como múltiples campeones y goleadores: El Filtrador Stábile (goleador del primer Mundial y el entrenador con más títulos en la historia de los seleccionados del mundo), Tucho Méndez (el máximo anotador de la historia de la Copa América), Herminio Masantonio (el mejor promedio de gol en la vida albiceleste), Emilio Baldonedo (el máximo anotador del Superclásico universal contra Brasil), René (el mago de todas las magias que alzó la Copa del Mundo, como Ardiles, Larrosa y Baley en 1978) y tantos nombres que hicieron de Huracán el club que más goles le aportó a la Selección en los Mundiales. Nada menos. Todo eso.
Así nos ve la FIFA
"Durante el apogeo de la era amateur, Huracán se ganó su lugar entre los seis grandes del fútbol argentino, al obtener cuatro títulos de Liga en ocho años. A esa altura, el Quemero ya tenía como clásico adversario a San Lorenzo, por una cuestión barrial, y había forjado su rivalidad con Boca, con el que peleaba año a año por el título".
Los pagos huracanenses no se identificaban con exactitud como Parque de los Patricios. Se trataba aún del barrio de los Corrales Viejos, Mataderos del Sur. Justo Sáenz (h), en el libro "La amistad de algunos barrios", evoca esa época: "Barrio de los Corrales Viejos, escuela de visteadores y malambistas... constante pesadilla de la comisaría seccional y cliente conspicuo del Hospital San Roque (Ramos Mejía)... era el chinerío del pueblo de las Ranas y La Quema... en 1909 y 1910, siendo casi niño alcancé a conocerlo viniendo a caballo de la Provincia..." En aquellos días y en esa geografía, Huracán ya asomaba su estirpe gloriosa. Las Ligas Paralelas y los ascensos vertiginosos a Primera dan cuenta. Ligas Paralelas (1909-1912): 1909 - Liga Centenario: Subcampeón. 1910 - Liga 43, Verano: Campeón. 1910 - Liga 43, Invierno: Campeón. 1911 - Liga Anglo Argentina: Subcampeón. 1912 - Liga 43, Verano: Campeón. 1912 - Liga 43, Invierno: Subcampeón. /// Huracán en la Asociación (la AAF, la oficial, homologada por la FIFA, antecesora natural de la actual AFA, surgida en 1934): 1912 - Tercera División: Campeón de Sección. Ascenso a Segunda. 1913 - Segunda División: Campeón de Sección y de División. Ascenso a Primera.
King of The Twenties
En la década del 20, el fútbol del Río de la Plata era, claramente, el mejor del mundo. Así lo corroboró cada contacto internacional (Juegos Olímpicos, Copas América, giras, amistosos) que sucedió en aquellos años. El Mundial de 1930, con Uruguay y Argentina en la final, fue la consecuencia más notable y más visible. En ese contexto, Huracán resultó -junto a Boca- el más campeón de esta orilla. Del otro lado, la gloria se la repartían Nacional y Peñarol. En suma, los cuatro Reyes de ese fútbol entonces inmejorable.
Huracán del Río de la Plata
En los años 20, Huracán fue campeón de Liga de la Asociación Argentina (la oficial, afiliada a la FIFA) en cuatro ocasiones. A consecuencia de ello se ganó el derecho a participar en la final de la Copa Ricardo Aldao - Río de la Plata contra el campeón de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). Pero hubo deserciones y ausencias: en 1921, no se presentó Peñarol; en 1922, no se presentó Nacional; en 1925, el Campeonato Uruguayo no finalizó por deficiencias organizativas y ese año Huracán fue el único campeón del Río de la Plata. En 1928, disputó el encuentro decisivo ante Peñarol y cayó por 3-0. Aunque no suelen aparecer en los Palmarés que se publican, se trata de tres títulos obtenidos por derecho adquirido.
Los más coperos de los años 40
En los años cuarenta Huracán tuvo un gran protagonismo, sobre todo en el ámbito de las Copas. Se consagró campeón en 1942, en 1943 y en 1944. Cada trofeo tuvo además su propio valor agregado. La primera fue la Copa Adrián Escobar (accedían los 7 mejores de la competición de Liga). En ese 1942, Huracán finalizó tercero, detrás de River y de San Lorenzo. Ya sobre el final del año se disputó esta tradicional Copa de la época. Y el camino fue memorable: tras eliminar a Newell´s en los cuartos de final, venció 1-0 a San Lorenzo en las semifinales. Y el primer día de diciembre, en el Monumental ante 70.000 espectadores, derrotó 2-0 al local -con goles de Manuel Giúdice y Jorge Alberti- y se quedó con el primer título de esa hermosa trilogía. Al año siguiente, por la misma competición, se dio un gusto de los grandes. Se clasificó al finalizar cuarto en la Liga, eliminó a River y a Independiente. En la final, ante 60.000 espectadores en el Gasómetro, se impuso a Platense (tras igualar sin goles, se resolvió por el 4-1 en la diferencia de córners a favor). Y ese 11 de diciembre dio la vuelta olímpica en la cancha de su archirrival. Pero lo mejor llegaría con la tercera, la Copa Competencia Británica George VI. El trofeo -donado por David Kelly, embajador británico en la argentina, en nombre del rey en tiempos de la II Guerra Mundial, George VI- homologado por la AFA y la FA se lo quedó el Globo de Jorge Newbery. Eliminó en cadena a Vélez (2-1), a San Lorenzo (4-3, de visitante) y a Newell's (4-1), en las semifinales. En el encuentro decisivo, disputado en el Gasómetro ante más de 86.000 espectadores (cifra récord para un partido de Copa Nacional de la AFA), se reeditó el viejo Superclásico de los años 20 ante Boca, El Clásico del Puerto. Huracán se impuso 4-2, con goles de Tucho Méndez, dos de Llamil Simes y el restante de Natalio Pescia, en contra. Ese sábado 9 de diciembre, Huracán dio su segunda vuelta olímpica consecutiva en el vecindario de Boedo.
Magia del 73, Matriz del 78
El equipo campeón del Metropolitano de 1973 es considerado, por su juego, como uno de los mejores equipos de todos los tiempos. Era una maravilla al servicio de la pasión por jugar y por ganar. René, Miguel, El Inglés, Roque, Omar, El Coco, El Capitán Jorge... Y, claro, César para idear ese fútbol de alto vuelo. Ninguno necesita apellido, como el Diego o como Lionel. Pero ese equipo más allá de ser campeón ese año y gran protagonista en las temporadas siguientes fue otra cosa incluso más relevante: la matriz para el primer título de Argentina en la Copa del Mundo. Nada menos.
Gracias para siempre
Huracán fue el subcampeón del Clausura 2009. Y finalizó detrás de Vélez, luego de una definición escandalosa. Pero la mirada implacable de la historia lo exhibirá como el mejor. Consiguió el octavo subcampeonato de su vida centenaria (tras los de 1920, 1923, 1936, 1939, 1975, 1976 y 1994). Hay una certeza: Los Angeles de Cappa quedarán en la memoria. Es lógico: resultó, quizá, el mejor equipo del fútbol argentino en la última década.
Volvimos Campeones
Huracán consiguió lo que ningún otro equipo en la historia: regresó a la máxima categoría mientras se consagraba campeón de un torneo absoluto (la Copa Argentina). Así sumó la Estrella Doce. También se clasificó a la Libertadores. Un 2014 inolvidable.
Los Supercampeones
Huracán venció 1-0 a River y obtuvo la Supercopa Argentina, en 2015. Segundo título en cinco meses. La Estrella Trece. La conquista incluyó otro récord: el equipo que menos tiempo necesitó para salir campeón recién llegado a la A. Así, además, accedió a la Copa Sudamericana.
El abrazo de América
Huracán tuvo un 2015 memorable en el ámbito internacional. Fue el equipo con mejor registro de la Conmebol (una derrota en 18 partidos; "Equipo del Año"), mantuvo el Palacio Ducó invicto, fue subcampeón de la Sudamericana sin perder ni una vez (más allá de los penales ante Santa Fe) y se clasificó a la Libertadores 2016. Además, en el Ranking Mundial de Clubes se ubicó Top 4 entre los argentinos y Top 10 de América; y también 59 escalones por delante de San Lorenzo. Ya más tarde, en el siguiente semestre, se consagró como el mejor equipo argentino a nivel internacional en la temporada 15/16. Para seguir aplaudiendo. En 2017, además, participó del ámbito internacional por tercer año consecutivo. Disputó la Sudamericana. Ya en 2018, tras finalizar en el Top 4 de la Superliga, se grantizó un lugar en la Libertadores 2019. Y siguió protagonizando en la Conmebol: en la Sudamericana 2020 y 2023 y en la Libertadores 2023.
Escribe Jorge Iwanczuk, en su estupendo libro Historia del fútbol amateur en la Argentina: "En esas largas horas hojeando los diarios amarillos y llenos de polvo confirmé que los clubes no nacieron el 31 de mayo de 1931, fecha de inicio del Profesionalismo. ¿Por qué entonces si antes llenaron estadios con 40.000 espectadores y fueron grandes Racing, Boca, Independiente, San Lorenzo, Huracán, River... y hasta hubo un Campeonato Mundial en el que salimos subcampeones con jugadores amateurs, empezar a contar la historia por la mitad?"
Los Seis Grandes
La última manifestación oficial de la AFA sobre la valoración de los clubes fue publicada en la Memoria y Balance de 1942, Artículo 94. Allí se señala que son seis las instituciones a las que les corresponden tres votos: Boca, Huracán, Independiente, Racing, River y San Lorenzo. Los llamados "grandes". Así se encuentran mencionados por la máxima entidad del fútbol argentino: por orden alfabético. Para tomar la determinación se tuvieron en cuenta tres aspectos fundamentales: temporadas en la máxima categoría, campeonatos obtenidos y cantidad de socios. La expresión de la AFA se mantuvo hasta principios de los años cincuenta. Y luego, ya no hubo "votos privilegiados".
En nuestro lugar
La publicidad de Imparciales, un clásico de la década del 50. Y Huracán está allí, ubicado entre los grandes. En su lugar, también en el imaginario colectivo de ese tiempo. Los campeonatos de Primera contaban lo mismo: en los primeros 60 años de fútbol argentino (1891-1950), este era el ranking por títulos de Liga entre los equipos de la AFA: Boca (12), Racing (11), River (8), Independiente (5), San Lorenzo (5) y Huracán (4).
La verdad de las tribunas
Huracán, grande también por convocatoria. La historia cuenta que se encuentra entre los seis clubes con mayor cantidad de entradas vendidas; en definitiva de hinchas en las tribunas. Los datos son oficiales de la AFA y fueron publicados por los diarios Olé y Clarín, entre otros. Corresponden al período 1931-2009.
Lo que dijo la gente
En el último trimestre de 2001, el diario deportivo Olé realizó una encuesta entre hinchas y personalidades del fútbol respecto de una pregunta propia de este tiempo: ¿quién es el Sexto Grande? La respuesta fue inequívoca: Huracán, como marca la tradición. El Globo de Newbery acumuló 79.184 votos. Y entre los dos que lo escoltaron (Chacarita y Vélez) sumados no alcanzaron esa cifra.
Huracán está en todos lados. Nació en 1908, pero a partir de su gloria en los años 20, comenzó a tener hermanos/homónimos por el país y por el mundo. No hay un caso igual en el planeta. En la Argentina, además de El Globo original, otros seis llegaron a la máxima categoría. Y, de acuerdo con un relevamiento que puso en marcha el socio Fabián Lanier, hay más de 100 en 17 provincias: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa, Tucumán, San Luis, Santiago del Estero, San Juan, Mendoza, Corrientes, Misiones, Chaco, Salta, Catamarca, Santa Cruz y Chubut. Pero no es un fenómeno sólo local. En Latinoamérica existen Huracanes en Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, México, El Salvador, Puerto Rico, Guatemala, Bolivia. Y también en Europa. Hay en España (incluso el tercer equipo de la Comunidad Valenciana) y en 2009 se fundó el Huracán FC London. Los dos casos más recientes son puro asombro: Huracán FC Sierra Leona y Huracán FC India, ambos nacidos del impulso del Quemero Henry May. Sí, Huracán también en Africa y en Asia.
Huracán-San Lorenzo, el Clásico de Barrio más grande del Mundo. Un espacio de rivalidad deportiva, pero también de pertenencia. Desde el Blog el mensaje es claro: sí al folclore bien entendido, siempre; NO a la violencia barrabrava que lo mata.
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El benefactor fundacional
Jorge Newbery fue un personaje clave de su época, hacia fines del siglo XIX y principios del XX. Polifacético hombre del deporte y del quehacer nacional, resultó también un generoso impulsor de este sueño llamado Huracán.
El Olímpico
Cesáreo Onzari fue una gloria de Huracán y del fútbol del mundo. Con el Globo de Newbery ganó los cuatro campeonatos de los años 20. Y la FIFA lo reconoce como el auténtico fundador del "Gol Olímpico".
Un grito para la historia
Guillermo Stábile puso a Huracán en el Cuadro de Honor de la FIFA al consagrarse goleador del Mundial de 1930. También se ganó entonces el Balón de Plata. Fue un símbolo de los años 20, La Década de Oro para El Globo de Newbery.
Un guapo del gol
Herminio Masantonio es el máximo anotador de la historia del club de Parque de los Patricios, con 254 goles en 349 partidos, y el tercero de la Era Profesional, detrás de Arsenio Erico y de Angel Amadeo Labruna.
El rey de la fantasía
René Houseman es un inequívoco motivo de orgullo: crack de todos los tiempos y campeón del Metropolitano de 1973. También se consagró con la Selección en el Mundial de 1978.
Soy periodista. Estudié Publicidad en la UADE y Sociología en la UNQ; primero, Derecho en la UBA. En Clarín desde 1996 a 2023. Participé de 7 de los libros publicados por la sección Deportes y fui enviado especial a todas las competiciones de la FIFA y de la Conmebol. También cubrí la Final de la Champions, en 2016. Formé parte de los equipos de Infografía, como asesor periodístico (Premio a la Excelencia de SND en 2000, 2011 y 2013 y Medalla Malofiej en 2013). Gané el Premio TEA al mejor periodista joven en medios gráficos, en 2004, y el Premio Especial del Año, en 2018, por el trabajo colectivo "Papelitos". En 2013 recibí el "Reconocimiento a la labor periodística" de parte del Congreso de la Nación. Publiqué junto a Oscar Barnade, en 2006, el libro "Mitos y creencias del Fútbol Argentino", de Ediciones Al Arco; y en 2014, "Todo sobre la Selección", de Editorial Club House. Soy miembro del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), profesor en TEA y socio colaborador de APAER y de Greenpeace. También orgulloso fundador e integrante del Misura, en la UBA desde 1993.
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